Después de mucho tiempo de ausencia, regreso al blog. Antes de iniciar este nuevo texto, me permito disculparme con mis casi nulos lectores por esta ausencia. También me anticipo y me programo a tener más lectores, a ser más fiel con este medio y con los alcances que el mismo tiene. Estos dos años se han ajustado muchas cosas que dotarán de mayor fuerza a este medio. Así que no se diga más y vayamos al fenómeno roquero de esta semana en esta ciudad.
Sin duda, esta banda australiana se inscribe entre los grandes hitos del rock. Desde hace 36 años, los hermanos Angus y Malcolm Young han configurado sólidamente con AC/DC el rock como espectáculo. Lo que pudimos ver los roqueros de la Ciudad de México el pasado jueves 12 de noviembre en el Foro Sol fue un concierto minuciosamente planeado y ejecutado.
Si bien para algunos podrá parecer ridículo que un hombre de 55 años se vista como colegial y luego se desnude en escena mostrándonos sus choncitos (que, por cierto, ese fui mi souvenir-fetiche de este concierto) con el logotipo de su grupo, toda la parafernalia del acto musical de AC/DC se inscribe dentro de esos clichés que hacen del rock toda una forma de estar-en-el-mundo.
Pienso también en los que consideran al rock como una música fresca, auténtica, sin tapujos y sin concesiones, también les podrá parecer desvirtuado que Brian Johnson siga usando su boina y la pseudogreña que lo ha caracterizado. Un concierto tan cuidado ya no les parece ni fresco ni auténtico. No olvidemos que desde sus inicios, el rock es también dominio de un escenario, y los leifmotifs como los citados de Angus y Brian se inscriben sin lugar a dudas entre los más representativos del rock en esa parte escénica. Además, dichos ritos nacieron con esa intención de ser auténtico y original. Un cantante de música popular no se permite vestirse así y desnudarse por el puro desmadre de hacerlo, pues sin duda la estética corporal no es una virtud de Angus Young.
AC/DC no es sólo el show y la escena. Recordemos el gran talento que tiene Angus como guitarrista, mismo que lo coloca entre los más importantes según muchas de las listas especializadas. Lo vimos y lo escuchamos; sus licks a una mano son envidiables para cualquiera que pretenda crear sonidos con una tripona de seis cuerdas.
Una reflexión más sobre estos legendarios roqueros: sus letras. Están muy lejos de ser poesía, no se acercan ni tantito al mito de las letras profundas creado por Jim Morrison; mas es claro en sus textos una constante temática a lo largo de los años. AC/DC no habla de otra cosa que no sea sexo y rocanrol. Y aún en las poesías de Morrison, aún cuando Lennon le quiso "tomar la mano", el rock siempre ha estado lleno de sexo. Y sobre la autoalabanza, me parece que las mejores odas al rock hechas por el rock son de AC/DC: "for those about to rock, we salute you!!!"
Rucos, estereotipados y predecibles por una parte; influyentes, grandilocuentes y dionisíacos por otra; México y AC/DC rehicieron la gran comunión roquera en esta semana. El tráfico valió la pena, sin duda.
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