lunes, 30 de abril de 2007

¿Coachella Región 4?

En este extinto fin de semana aconteció en el sur de California una versión más del Festival de Música y Artes del Valle de Coachella, evento que se ha convertido en la panacea del rock alternativo y géneros que lo acompañan en este naciente siglo.
Heredero del malogrado Woodstock 99, que perdió completamente el espíritu de Peace & Love del original evento de 1969, en su corta historia, Coachella pretende asumirse como estandarte de una nueva generación que no ve al rock como bandera de nada en particular, ni un estilo de vida, mucho menos “contracultura”. Si bien esa misma indefinición puso en riesgo la continuidad del evento en sus primeros años, ahora se ha vuelto el escenario ideal para las reuniones de bandas, comenzando por Jane’s Addiction en 2001, los Pixies en 2004, Bauhaus en 2005 y ahora Rage Against the Machine en 2007, solo por mencionar algunos.

Casualmente, en la edición de 2007, Coachella prácticamente coincide en tiempo con la versión nacional de estos conciertos de varios días y varios escenarios. Con solo una semana de diferencia vendrá este año el Vive Latino, que en su entorno latinoamericano (como lo dice su nombre) ha sido el evento que ha permitido integrar el rock en español de todo el continente, incluyendo el sur de los Estados Unidos. Si bien este nuestro concierto no se caracteriza por las reuniones (hasta donde recuerdo, sólo Botellita de Jerez lo ha hecho), esto no le resta importancia y méritos al Vive Latino.

La coincidencia temporal en 2007 motiva a la comparación entre los eventos. El lugar común y malinchista nos llevaría a pensar que el Vive es una copia tropicalizada de Coachella. Sin embargo, creo que hay elementos suficientes para no verlo así. En primer lugar, Vive Latino nació un año antes que Coachella (1998 y 1999, respectivamente), lo que nos hace pioneros. También habría que considerar su originalidad: Mientras Coachella es heredero de Woodstock y de Lollapallooza, su lucha es por lograr una identidad propia como festival y como generación; Vive Latino no trata de emular a Avándaro, por ejemplo, ni tampoco tiene necesidad de identificar generaciones, pues en su escenario han pasado desde grupos legendarios como El Tri hasta lo más “nuevo” como Allison o Jessy Bulbo, con sus respectivos públicos. El propósito no es generacional sino lingüístico y cultural.

Así que, al muy humilde juicio de este amigable pochteca, Vive Latino tiene un espíritu propio y original y no representa la “región 4” de Coachella o cualquier otro festival de rock angloparlante que les pueda venir a la mente. Así pues, ¡que viva el Vive!

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